
Buena sidrería, tradicional, sin autobuses y manteniendo el carácter familiar.

La familia atendiendo las indicaciones, se nota que Carlitos es guipuzcoano no hizo más que entrar y ya estaba en su ambiente.

Y de postre nueces, queso y membrillo. Y el pan que no falte. Por cierto cómo come la parejita, dá gusto.
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